Era el frutero Vicente
astuto, cotilla, embustero,
charlatán y diligente,
y aunque también muy cicatero,
le caía bien a la gente
y le vendía al barrio entero.
Heredó el solterón la tienda
de su padre y de su abuelo,
y no hizo reforma ni enmienda,
pues decía que “lo moderno”,
además de mermar su hacienda,
a él le importaba “un cuerno”.
Vicente seguía pesando
en su primitiva balanza,
donde iba añadiendo y quitando
pesas a la antigua usanza.
Y como dividir no sabía
salvo por dos y por cuatro,
dos quitaba, una ponía…
hasta el peso haber cuadrado.
-El medio kilo vale quince,
el kilo entero justo treinta…
¡Y no se venden “peros” sueltos!
pues… ¿cómo ajusto yo la cuenta
si los gramos son doscientos?
Cuando alguien le pedía “un kilo”
cumplía presuroso el encargo
equilibrando con sigilo,
pero solía pasarse de largo;
y así el kilo, sin remedio,
se aumentaba en más de un cuarto…
-¿Te lo dejo o te lo quito?
-¡Déjalo, por si lo gasto!
Y Vicente muy contento
lo cobraba como un rayo
“redondeao” a kilo y medio,
porque… pasaba del cuarto.
Odiaba la tecnología
y como estuvo poco en la escuela,
calculadora no tenía,
pero portaba siempre en su oreja
el lápiz con que escribía
y sumaba a “la cuenta la vieja”.
Mas la oreja la tenía
que más que oreja era molleja;
¡gigante almeja parecía!
No hacía par con su pareja,
pues la izquierda no sufría
el peso de la manía añeja
que el otro pabellón sí sentía
por “pillar” a mano derecha.
Cada día dos de enero
se iba al banco al ser el alba
y se agarraba al asidero
de la puerta de la entrada,
pa poder ser el primero
cuando abrieran de mañana.
-¡Saque todo mi dinero,
y crea que no es desconfianza,
que en un santiamén lo cuento
y lo devuelvo sin falta!.
Y así Vicente el frutero
al banquero vigilaba,
¡No le mermaran los duros
que en su cartilla atesoraba!
Vaya con Vicente el frutero, por lo que cuentas además de tendero también era usurero.
ResponderEliminarBonitos versos.
Bicos
Vaya, espero que no exista este personaje y que la inspiración te haya llegado de manos de las musas.
ResponderEliminarMenudo frutero, supongo que no tendrá mucha clientela, jajajja.
Muy simpático el poema Adelaida.
Un beso.
Dilaida, sí que era usurero... mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y por tu comentario.
Besos.
Hola Elena.
ResponderEliminarLa inspiración llegó de milagro, como siempre. je je.
En cuanto al frutero, sí que tenía clientela:
Era el frutero Vicente
tartaja, cotilla, embustero,
charlatán y diligente,
y aunque también muy cicatero,
le caía bien a la gente
y le compraba el barrio entero.
Ya ves... ¡Incongruencias de la vida!
Hola Adelaidaaa...Como van esas fiestas...
ResponderEliminarVoy a contestar a Elena,si me permites que por desgracia los usureros siguen existiendo...
Aquí los jueves hay un mescadillo y venden fruta. Este verano un melonero decía que por 10 kilos te regalaba un melón...cuando vienes a casa no tienes 10 kg, unos 8 kg, y encima le has pagado el melón de regalo...El jueves siguiente , volvimos al puesto y bien clarito le dije que era un sinvergüenzae y nos estaba robando miserablemente.No sabía donde meterse. La gente que le estaba comprando se fue de allí.
Vaya regalito el frutero
Vicentito!!
Un beso.
Laura, la picaresca siempre existió: los pesos trucados, las cuentas infladas...
ResponderEliminarDe todas formas, mi frutero Vicente es producto de mi imaginación. A nadie conozco yo así, pero de existir... seguro que los hay. jajaja
Un beso, y muy bien hecho con el sinvergüenza del mercadillo, que encima de que robaba, se hacía pasar por generoso.
Epléndida trova que parece sacada de un canto de ciego de los que recorrían aquella España de siglos pasados.
ResponderEliminarMe ha encantado el ingenio que desprende aparte de la enseñanza que se extrae de estos versos acastellanados.
Es un encanto leerte... por cómo lo cuentas.
Feliz año, amiga...
Gracias José Antonio.
ResponderEliminarLa verdad es que siendo pequeña vi "La Venganza de Don Mendo", y desde entonces siento real atracción por este tipo de trova. Me encanta escribirla, aunque sea de otros tiempos.
Feliz año a ti también, amigo.
Un beso.
Que sean de otros tiempos no significa sino que sabes rescatar otra forma de expresión, que se entiende perfectamente, y no por ello anticuada.
ResponderEliminarTodo lo contario, mérito el tuyo, Adelaida!
A mí me gusta... No sé si ahora, con el estilo actual de relatar, estas trovas resultan más que desfasadas, arcaicas, pero por eso precisamente a mí me gustan. Las encuentro ingeniosas y con mucha chispa.
ResponderEliminarAhora nadie o casi nadie escribe estas cosas y para mí son la monda. Tal vez sea demasiado clásica.
De todas formas no es la primera vez que escribo en este estilo. La obra de teatro "Genobuendio y Abuveva" (no sé si la leíste) era algo como esto, y para mi sorpresa fue todo un éxito de crítica popular.
Hasta luego, José Antonio.
Por supuesto que la leí. Soy un adicto a tu obra.
ResponderEliminarPor supuesto que ya no se escribe así pero es una literatura de fácil comprensión.
Un beso
"¿Adónde va la gente?
ResponderEliminarA la tienda de Vicente."
Me ha gustado la presentación que haces de uno de tus convecinos populares. Entrañable y divertido...como debe ser.
Saludos.
Pasto ¡Dios nos libre!
ResponderEliminarAfortunadamente, Vicente no es uno de mis vecinos, sino uno de mis personajes imaginarios.
Un saludo.
Gracias María, me alegro de que te guste.
ResponderEliminarAhora voy "pallá" a ver qué me has escrito.
Un beso.
Mira tu a és Vicente!!
ResponderEliminarMe hizo recordar a mis tiempos de estudiante de teatro cuando improvisabamos lo que aqui se llama "comedias de enredo".
Buena Trova.
Feliz año 2011 Adelaida!
Que la ilusión y la esperanza sigan llamando a la puerta en el nuevo año que llega,
ResponderEliminary que se cumplan tus deseos.
¡¡¡Feliz año 2011!!!
A mí me gustan las comedias de enredo, Adriana.
ResponderEliminarSon divertidas y muy ingeniosas.
Me alegra verte por aquí, amiga.
Un beso y muy felices fiestas.
Ricardo, te deseo lo mismo de todo corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡¡ Te deseo un buen año 2011. Para que sigamos enganchados a este blog con tus relato!!!
ResponderEliminarMe alegro de haber entrado por tu ventana.
Un beso.Laura
Y yo también a ti Laura.
ResponderEliminarOjalá el nuevo año me traiga ideas que os gusten a todos. Eso deseo.
Y me alegro un montón de que aquel día, desde el blog de José Antonio, entraras por esta ventana y te quedaras. Eres una nueva y buena amiga, Laura, y presiento que de las mejores.
Un beso muy sincero y cariñoso.
Simpático el relato de Vicente, como siempre tenemos la sonrisa asegurada con estas entradas tuyas. Decirte que en mis tiempo, cuando tenia mi frutería, si que tenia pesos electrónicos, el cual usábamos, pero un día llego una señora y me pidió un octavo de pimiento, y al no tenerlo muy claro en lo del peso, me volví de espalda y le eche un puñado, quedando así solucionado el problema del octavo jejeje …UN saludo..y FELIZ AÑO NUEVO…TONY…
ResponderEliminar¿Pero también has tenido tú frutería, Tony?
ResponderEliminarEntonces seguro que tienes alguna anécdota que contar de ahí, como todas esas con las que me lo paso genial en "El corral del Trapito".
A ver, que estoy pensando... un octavo es la mital de un cuarto, por tanto 125 gramos. Pues chico, con el peso electrónico no tendrías problema, pero imagínate mi frutero Vicente, que aparte de la dificultad de pesar con la balanza antigua, luego tenía que ajustar la cuenta sin entender de números. Pues nada, que ese problema lo arreglaba mi Vicente echando 1/4 y cobrando 1/2 kilo. jajajaja
Un abrazo, Tony.
Adelaida, vaya frutero más dicharachero que tenéis, que te ha inspirado los versos más graciosos. Pues oye, me ha gustado.
ResponderEliminarNena, quería también darte la enhorabuena por tu relato ganador, y por tu jamón, claro que sí.
Te lo mereces, lo leí cuando lo colgaste pero no tuve tiempo de comentarte.
FELIZ AÑO 2011!!
Un abrazo fuerte.
ves , has logrado traer e mis recuerdos "casa rafael"; no era el tal ni huraño ni usurero, y sí era querido en el barrio entero; pero recuerdo su papel de estraza de envolver, su peso y sus pesas,sus cuentas de la vieja con boli en oreja y el gancho en el que clavaba los papelitos-notitas que nuestras madres escribian y con los que nos mandaban a por el pedido a su tienda...ellas después pasaban y pagaban...el fiao de toda la vida.
ResponderEliminarfeliz año amiga.
Gracias por tu felicitación, Encarni. Estoy muy contenta. la verdad es que participé sin creer ni por un momento que pudiera ganar.
ResponderEliminarEn cuanto al frutero, imagino que si existiera de verdad no tendría mucha clientela, pero mi imaginario Vicente... es especial. jajajaja
Un beso, amiga Encarni.
¡Ana! ¡Qué agradable sorpresa!
ResponderEliminarYo también iba a una tienda (instalada en el portal de la casa de su propietaria), donde envolvían con papel de estraza (sólo si la lata de melocotones era para regalársela a alguien que estuviera enfermo en la cama). ¡Qué tiempos aquellos, cuando para ir a comprar huevos tenías que llevar tú el canasto de mimbre!
Jajajajaja. Hay anécdotas a montones; tú las conoces igual que yo porque te has criado en un pueblo y eres de la misma quinta. jeje.
Bueno, que me alegro de verte por aquí.
Un beso enorme.
Querida amiga felicitaciones por tu obra tan bien escrita, que tiempos aquellos los de pesar con balanza y romanas.
ResponderEliminarUnas rayas de más, unas rayas de menos en el peso.
Abrazos de MA.
Abrazos para ti también, Ma, guapísima.
ResponderEliminarMuy simpático poema y trova diría yo…¡¡ pues vaya con Vicente!!......estos personajes cuando llegaron la tecnología le estropearon sus artimañas, aunque la gente usurera y con picaresca ya se las ingenia para engañar de una manera u otra.
ResponderEliminarTe deseo un 2011 lleno de buenas cosas y que sigas escribiendo.
Un abrazo
Hola Pilar.
ResponderEliminarPues es posible que nos la cuelen de otras maneras más sofisticadas, pero la antigua picaresca tenía más sabor.
Es como esos ladrones de antaño que te quitaban el dinero, pero te devolvían la cartera con la documentación, echándola a un buzón de correos... Eran, por así decirlo, "ladrones honrados".
Hoy día te roban, te pegan y les importa un comino no ya sólo tus documentos, sino hasta tu vida.
Pues gracias por tu visita, Pilar. La verdad es que nunca dejo de escribir. Siempre tengo una cosa u otra entre manos... o entre ceja y ceja, porque hasta que llega a las manos para plasmarlo en forma de palabras, lo cuezo bastante en la cabeza.
Besos, amiga, que lo pases bien y que el nuevo año te traiga sólo cosas buenas.
Adelaida amiga del corazón, te visito agradecida, emocionada por tus cálidas y fieles visitas a mi blog, me animas, me alientas, me siento acompañada por tus palabras.
ResponderEliminarLas personas como el frutero Andrés casi no existen, tenía Andrés un aire de postguerra desconfiada, y con razón, malpensaba de bancos, se resistía a los tiempos y éstos se lo llevaron al mundo de los trastos viejos.
Nos regalas una evocación nostalgica con notas de ternura, escritas en versos delicados e intensos. Te aplaudo, álguien tenía que recordarnos a Andres.
Fortuna, sueños, creatividad y alegría para 2011. Nos vemos amiga, bsitos cariñosos.
Gracias a ti, Natalia.
ResponderEliminarTu visita siempre me alegra y tus palabras entrañables también me animan, como tú me dices.
Un beso enorme.
Lupe Sarmiento Padrón,
ResponderEliminarHola Adelaida, me ha encantado leer tu relato, a mi me ha pasado algo parecido hace nada en el mercadillo de mi pueblo pero no con fruta sino con dulces, de esos que se venden al peso, el "dulcero" tenia la balanza trucada y para colmo escondida detrás de unas cajas de lazos de miel (ummm que ricos) pero que sinvengüenza el personaje, desde entonces no compro nada en el mercadillo porque ahora me fijo y descubro que en todos los puestos tienen las balanzas escondidas, pero a este lo puse bien puesto...
Un saludo y feliz año nuevo.