Related Posts with Thumbnails

viernes, 4 de septiembre de 2009

Accésit en el I Certamen Nacional Relato Breve "J. Miguel Vicens". Fundación Senara (Madrid). 23 de Abril de 2009




El tema era "descubre el sentido del humor en la vida", y me pareció un tanto difícil, pero recordé algunas anécdotas e historias que mi madre me había contado sobre mi bisabuelo
y ...

Panetes. Una historia que sí ocurrió


No había trabajo y la comida escaseaba. Corrían tiempos difíciles allá por el año 1860.
Manuel Ruiz Díaz era emprendedor, inteligente, simpático y sobre todo bondadoso.

Mi bisabuelo Manuel, siendo aún un muchacho, abandonó su casa en busca de fortuna. Anduvo caminos y vagó por pueblos de la provincia de Córdoba, siempre alerta a cualquier chapucilla o labor del campo para llenar el estómago. No llevaba nada consigo, ya que nada poseía, pero sí tenía la viveza y el arrojo de quien sólo puede ganar, pues nada tenía que pudiera perder. De esta forma llegó a la comarca de Baena.

A veces, cuando el hambre acuciaba, se acercaba a algún niño que jugara en la calle con un trozo de pan con aceite en la mano y le preguntaba: “¿Quieres que te haga un ubio?”. Entonces el chiquillo, intrigado, respondía que sí, y mi bisabuelo le pedía su pan, le daba un gran bocado en el centro y se lo devolvía con la forma del mencionado yugo. Los amigos del niño que observaban, como si de un juego se tratase, le solicitaban entusiasmados que les hiciera un ubio también y le tendían expectantes su trozo de pan. Les parecía increíble que de un solo bocado se pudiera hacer un hueco tan grande; tal era el hambre que tenía.

Así fue como lo apodaron “Panetes”, y los niños comenzaron a esperarlo cada tarde a la hora de merendar para que les contara historias y los entretuviera, porque a pesar de su absoluta miseria conservaba siempre su sentido del humor y su risa contagiosa, granjeándose con facilidad la simpatía de todo aquel que lo escuchaba… y entre risas e historias les iba “haciendo ubios” a los niños.

Había por aquellos días en Baena un rico terrateniente que vivía a caballo entre Madrid y Andalucía, a donde tenía que viajar continuamente para ponerse al tanto de las labores de sus fincas. Este señor oyó hablar del chaval que vagaba por el pueblo haciendo amistad con todos y, apiadándose de él, le dio cobijo en uno de sus cortijos y lo encargó de algunas tareas sencillas.

Manolico poseía un extraordinario “don de gentes” y transparentaba tal ánimo y honradez que no tardó mucho en ganarse la confianza de amo, capataz y peones. Trabajaba duro, y cual espuma efervescente, se veía crecer el fruto de cada labor a él encomendada.

Dándose cuenta de todo don Francisco, que así se llamaba el protector caballero, le fue otorgando poco a poco más responsabilidades. Aquel chico demostraba un ímpetu y capacidad organizativa admirable, y aún siendo muy joven, hasta los más viejos acudían a él en busca de consejo, pues Manolico era bueno y generoso y siempre tenía solución para los problemas. Nunca se dejaba abatir por la adversidad y afrontaba la vida con esa alegría esperanzadora que emanaba de sí mismo y que transmitía a los demás.

Pasaron varios años y el joven “panetes” se hizo imprescindible para don Francisco, que dejó por entero en sus manos la coordinación de todos los trabajos y cuentas. Se levantaba al amanecer y, aunque era el hombre de confianza del dueño, trabajaba mano a mano con los jornaleros, pendiente de cada detalle y con una inteligencia sorprendente para alguien que no sabía leer ni escribir, pero que no por eso dejaba nunca un solo cabo suelto. Así llegó el día en que su benefactor consideró que podía arrendarle parte de sus tierras, las que Manuel comenzó a regentar con esmero y eficacia, cumpliendo con sus pagos puntualmente y elevando la producción de la finca. De esta forma fue prosperando sin abandonar nunca la sencillez y la bondad que lo caracterizaban.

El tiempo transcurrido y la confianza jamás defraudada, tejió fuertes lazos de amistad entre ambos, y el rico terrateniente invitó a mi bisabuelo a ir a Madrid, a la boda de su hija.

Mi madre ríe al narrar la llegada de Manolico a celebración de tan alto copete. Cuenta que “viajó a Madrid con una chapona raída y unos calzones de pana atados a la cintura con una tomiza”. De esta guisa hizo su entrada en la fiesta, bajo la atónita mirada de los comensales, que se preguntaban quien sería aquel extraño personaje con semejante indumentaria. Pero Panetes no sabía de protocolos ni diplomacias.

Llevaba en el bolsillo un gran fajo de billetes, que al igual que su pantalón, sujetaba atado con una soga de esparto. No obstante, a su llegada a la capital, tuvo la precaución de comprar una bandeja de plata sobre la que, nada más entrar al salón, depositó el grueso paquete de dinero amarrado y lo ofreció como regalo a la novia, ante el asombro de los reunidos, que no daban crédito a lo que contemplaban. En cuanto don Francisco lo vio se levantó, lo abrazó efusivamente y lo presentó a los distinguidos invitados como su más fiel amigo. Al término de la fiesta se había ganado la simpatía de las damas y caballeros allí congregados, que curiosamente no se fijaban ya en su atuendo, sino en la innata alegría y sentido del humor que siempre lo acompañaban.

Tan agradecido le estaba don Francisco que todo le parecía poco para mostrarle su gratitud y, poco tiempo después, le regaló un magnífico coche de caballos aderezado con campanillas de plata y dos estupendos ejemplares de pura raza española para el enganche.

En otro viaje a Baena, el señor le dijo a Manuel: “Manolico, te voy a dar las tierras que me tienes arrendadas y me las vas pagando cuando puedas. Te mereces todo cuanto yo pueda hacer por ti”. De este modo mi bisabuelo pasó a ser propietario de una gran extensión de olivares, al tiempo que seguía atendiendo el resto de las fincas de don Francisco.

Años después, Manuel Ruiz vino a vivir a Nueva Carteya, pueblo cercano a Baena, donde se afincó definitivamente, se casó y tuvo catorce hijos, de los cuales sólo le vivieron dos, Francisco y Antonio, mi abuelo, pero esa es otra historia que otro día contaré.

Llegó a poseer casi mil fanegas de olivar, y siendo tan rico, nunca cambió su modo de vida. Le gustaba dormir al raso en verano, con el cielo por techo, como tantas veces hizo siendo un chaval. Abría de par en par las puertas de su casa y sacaba una hamaca donde lo despertaban las claras del día. Eran tiempos de bandoleros que recorrían la zona provocando el miedo de los lugareños, pero él nunca temió porque todos tenían algo que agradecerle. Era refugio de propios y extraños, siempre dispuesto a ayudar. Llegaban apenados en su busca y decía “¿Qué te pasa? Anda, toma y no te preocupes, que esto lo arreglamos ya”, y entregaba al afligido la ayuda que precisase.



Manolico era bueno. Esa es la palabra con la que lo definían quienes lo conocieron u oyeron hablar de él. Salió adelante gracias a su trabajo y a su entrega a los demás, que siempre ofreció aún cuando no tenía nada. Nunca perdió su ingenio ni su risa, que le sirvió para afrontar los peores momentos, y su generosidad fue recompensada, lo mismo que él recompensó la que recibió.

Este fue mi bisabuelo, Manuel Ruiz Díaz, “Panetes”.



Adelaida Ortega Ruiz.


¡Recibir esta carta fue una alegría increíble!



No me podía creer que un jurado compuesto por prestigiosos escritores como D. Miguel Aranguren y D. José Antonio Expósito (Doctor en Literatura Española y escritor), hubiese seleccionado mi trabajo entre cientos llegados desde toda España y el extranjero.


La editorial Casals lo publicará próximamente en un libro junto a los otros trabajos premiados.

12 comentarios:

  1. Estupendo. Es una narración muy realista que se lee con gusto y sin poder dejarla hasta el final.
    Demuestra que la autora es una muy buena escritora, que domina el oficio del relato y que debiera de dedicarse a ello más.

    EL ESTILO es lo que más resalta de puro sencillo y sin florituras innecesarias.
    Felicitaciones por estos relatos porque son muy buenos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, gracias.
    Como no pude viajar a Madrid a la entrega de premios, sólo recibí la felicitación de mis familiares más directos.

    Me da mucha alegría tener tu opinión tan amable... y un comentario en esta entrada olvidada. je je.

    Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Aromas de Delibes...
    Precioso, conciso, sencillo, didáctico, sin concesiones, facilito de leer. Entendible.
    Más no se puede pedir. Lo que puede decirse en dos folios no necesita trescientos.
    Enhorabuena por el accesit que da acceso a un amable sentido del humor.
    Un pero si me permites. Un escritor es de por sí un mentiroso de mucho cuidado, y no necesita mostrar la intrahistoria de la historia, porque de esta forma me privas a mi, como lector, de la satisfacción de tender los hilos que yo quiera, e incluso hacer mios los personajes y paisajes, y así vincularme a una historia sin ataduras externas. Y lo dice Eco, no yo.
    Esplendida forma de narrar... y envidiable. Ya quisiera yo...
    Un beso, amiga
    Jose Antonio

    ResponderEliminar
  4. ¡Jolín José Antonio!
    No merezco que compares siquiera el aroma de mi humilde relato con Delibes.
    No creo merecer tan sublime halago.
    En lo único que nos parecemos es en que él era licenciado en comercio y escribía libros magistrales, y yo tengo un comercio en el que intento vender libros magistrales o no. jajaja.

    Me llena de orgullo que te parezca didáctico y precioso. Lo cierto es que el tope de las bases para el concurso era de 2 folio y yo acabé en el último renglón casi a la fuerza. Tuve que resumir mucho para no pasarme... y la verdad es que a mí me cuesta ser concisa.

    Este era aún el segundo relato que escribía para presentarlo en público. El primero fue para la fundación Francisco Garía Amo y también ganó un accésit. Se titula "Mi diario".

    Los hechos de Panetes ocurrieron realmente. Es una historia que yo he montado cogiendo detalles aquí y allí de los recuerdos de mi madre.

    A continuación me dices que un escritor es un mentiroso de mucho cuidado.
    Tal vez a mí me falle esa faceta. Me resulta difícil mentir. Mis relatos pretenden siempre ser realistas. Es lo que me gusta... y sin darme cuenta intento que todo resulte creíble y factible, incluso cuando invento un cuento.

    Y esto me complica mucho las cosas, porque como bien dices, debería dejar una puerta abierta a la imaginación del lector para que haga una interpretación personal de la historia, según su propia fantasía... pero incluso cuando leo relatos de otras personas, que no rematan los hechos claramente y los dejan "como en el aire", me da la impresión de que el texto está inacabado por falta de ingenio, o de ideas...

    Tal vez con esas palabras de Umberto Eco me estés intentando decir otra cosa que no comprendo, o quizá sea verdad que yo debería dar más oportunidades al lector de que cree su propia historia, a partir de mi argumento central.

    Por cierto, aún no he leído ninguno de tus relatos por falta de tiempo. Estos días de navidad han sido muy ajetreados en la librería y le dedico al blog y a los comentarios puras horas robadas al sueño.
    Estoy deseando conocer tus historias, y te prometo que te daré mi opinión sincera.

    Muchas gracias de nuevo.

    Un beso, amigo.

    ResponderEliminar
  5. Mujer... lo de "mentiroso" lo digo en el buen sentido. Quiero decir que a mi no me interesa demasiado que me pongas en antecedentes de si lo que escribes es real o ficticio. No prives a tus lectores de sacar sus propias conclusiones. Al menos yo trato de inventarme realidades o hacer realistas mis ficciones, o una mezcla de ambas cosas, y así ocurre que mis poquitos lectores no me creen cuando les digo que ayer fui al Cortinglés y sin embargo me envidian al leer mis viajes...
    Pero quede claro que no trato de darte lecciones. Envidio tu estilo, aunque siempre se aprende y a mi casi me interesa tanto o más el cómo que el qué se cuenta.
    Y además trabajas en... ¡claro! ahora me explico..: rodeada de libros.
    Bueno, no te sientas obligada a leer mis cosas. Yo me conformo con que eches un vistazo y ya está.
    Por cierto -ya te contaré- mi primer relato también fue premiado, cinco folios máximo y también me sobró un solo renglón.
    Y por fin, por ahí tengo escrito alguna cosa sobre una familia judía de Baena. Ya lo buscaré en mi cibercajón desastre.
    Finalizo pero voy a por Mi (tu) diario, a ver qué tal.
    Un beso, amiga
    JAntonio

    ResponderEliminar
  6. Que relato, que ajustandose a la realidad, pone una poesia en esa actuación de Manuel.

    No me estraña nada ese premio concedido.

    Sin soñar en acercarme siquiera, a tu relato, tengo un hecho real, que me suceó y que titulo:

    EXPO 92, CASO VERIDICO DE UNO ENTRE UN MILLON.

    cON TU PERMISO, ME TENDRÁS POR AQUÍ LEYENDOTE MUY A MENUDO, Saludos

    ResponderEliminar
  7. Manuel 72 años. Este relato de Panetes, marido de la tia Dulce de mi madre, lo escuche desde
    niño,lo del hoyo (pan con aceite) y los billetes en la boda de madrid. Y con pocos matices de diferencia.
    Gracias por este emotivo recuerdo.

    ResponderEliminar
  8. Efectivamente, Manuel.
    Como reza el título ésta es una historia que sí ocurrió. Yo la he recogido en este relato y le he dado la forma que imagino más lógica en el modo de suceder las cosas. De este modo la conocerán las siguientes generaciones de nuestra familia, porque podría irse diluyendo en el tiempo y no me gustaría.

    Me ha alegrado mucho tu visita, no sabes cuanto.

    Un abrazo.

    Nota: Ahora mismo no caigo en quién eres. Le preguntaré a mi madre que seguramente sabrá decírmelo.

    ResponderEliminar
  9. Manuel. Tu no puedes recordame, ya que yo marche antes de que nacieras y con esos datos tu madre lo tiene dificil.
    Soy hijo de Carmen, prima hermana de tu abuelo materno. Me bautizaron tus abuelos.
    Las ramas de la familia, convergen en mi bisabuelo materno,apellidado Cuevas, de su hija Dulce, parten los "panetes", con el apellido Ruiz y de su otra hija Feliciana, mi abuela materna, la rama de mi familia, cuyo apellido te dejo que tu deduzcas.
    Curiosamente parte de una rama de mi familia, en vez de separarse de la tuya, cada generación descendente se iba enlazando mas, y si no fuera sido por la naturaleza que no lo facilitó, aquellas dos hermanas Dulce y Feliciana, podrían haber compartido bisnietos.
    Gracias por tu acogida, un abrazo.
    Nota.-Soy novato en estos espacios, me inicie el otro día en el blog de tu amiga Elena, siento como calambre cuando escribo en ellos, no tengo claro lo que se puede escribí o no, perdona las meteduras de pata y tira a la papelera todo lo que sobre.Me gustaria usar otro medio.
    Manuel Luna. Tel.971.75.50.85. mlm0 @telefonica.net.

    ResponderEliminar
  10. Manuel. Referente a la nota anterior, aclaro que solo se trata de una definición irónica y exagerada de como me siento escribiendo en estos espacios pero a pesar de ello quiero participar. En cuanto a usar otros medios, me refiero a tenerlos al alcance para completar detalles. Pero de ninguna forma puedo rechazar recibí las contestaciones en el blog, como esta previsto y es lo normal.
    Lamento haber causado algún inconveniente.

    ResponderEliminar
  11. Hola Manuel.
    De ningún modo debes sentirte extraño o "acalambrado" al escribir en este espacio... Ya sabes que internet es el mejor medio y el más universal para comunicarnos los unos con los otros.
    Fíjate que somos familia y nos hemos conocido por aquí, de lo cual me alegro mucho.
    No me has causado ningún inconveniente, sino todo lo contrario.
    Por cierto, le he preguntado a mi madre sobre ti con todos los datos que me has dado y me ha explicado quien eres. Tu otro apellido es Maillo, ¿verdad?. Y tu nombre (Manuel) puede que te lo pusieran por Manolico "Panetes", lo cual debe ser un honor.

    Lo que me intriga es cómo has llegado hasta este relato de nuestro antepasado tan perdido en internet. De cualquier forma, un placer que lo hayas hecho.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Manuel. Gracias por tus palabras alentadoras, me das mucho animo para continuar en este campo.
    Efectivamente Manuel Luna Maillo, como era el
    quinto y último, mi nombre provenia de todos los Manueles de la familia, incluido Manolico.
    Tu relato o entrañable historia, la encontre
    recien colgada en internet, luego no estaba tan perdido. Lo comente el relato con tu tio Antonio y me dijo quien eras; que por cierto mañana nos veremos y tu estaras muy presente.
    Ya empece a entrar en tu "Ventana de los sueños" con el relato de "No por ser Mujer".
    Espero que cuanto te he contado de nuestros
    antepasados coincida con los datos que tu tienes.
    Igualmente espero que sigamos intercambiando
    cosas acerca de los mismos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Este blog pretende ser un espacio de amistad y creatividad. Gracias por tus comentarios. Absténganse los que, amparados en el anonimato, pretendan insultar o denigrar gratuitamente.