Related Posts with Thumbnails

lunes, 31 de mayo de 2010

CURIOSIDADES I: Besos en los cristales.

A diario me llegan por correo electrónico o leo en libros y prensa datos curiosos, hechos, noticias que me hacen pensar…
Inicio con ésta una serie de “curiosidades” que por algún motivo me han llamado la atención y quiero compartir con todos vosotros.

BESOS EN LOS CRISTALES

En un colegio femenino se puso de moda entre las alumnas pintarse los labios de carmín y estampar besos en los espejos y cristales de todo el recinto.


Cada jornada aparecían las rojas marcas por doquier, con el consiguiente disgusto de las limpiadoras, que se enfrentaban a la difícil tarea de eliminar las grasientas manchas.


Las chicas fueron reprendidas reiteradamente por el profesorado, pero nada dio resultado.


Por las mañanas el colegio amanecía reluciente, pero en cuanto sonaba la sirena, las chicas entraban en tropel y cada ventana de las aulas y cada espejo de los baños, se dibujaba de nuevo de bocas coloradas.


La directora, harta ya de escuchar las protestas del personal de limpieza, decidió terminar con el asunto, así que pasó aviso a la primera clase de que todas las niñas debían acudir a los aseos en 5 minutos.


Dicho y hecho: En 5 minutos las chicas se congregaron expectantes en los lavabos.


-Queridas alumnas- dijo la directora – Quiero recordaros que es nuestro deber respetar el trabajo de los demás, y os he citado aquí para que seáis testigos de lo difícil que resulta eliminar las marcas de carmín en espejos y cristales.


Acto seguido la directora hizo una señal para que empezara la demostración.


La señora de la limpieza cogió un trapo y lo sumergió en el agua de un inodoro y allí mismo lo escurrió. A continuación se dirigió al primer espejo y frotó y frotó con la bayeta húmeda hasta que por fin desaparecieron todos los dibujos de labios.
Después se dirigió a otro váter y repitió la operación: Empapó bien la bayeta en el agua del susodicho sanitario y procedió con ella a la limpieza del siguiente espejo. Así continuó hasta que todo quedó reluciente.


A partir de ese momento en ningún espejo aparecieron manchas de carmín.


Adelaida Ortega Ruiz

domingo, 23 de mayo de 2010

PREGÓN SEMANA SANTA NUEVA CARTEYA 2010

 
Dar el pregón de Semana Santa de mi pueblo ha sido tal vez el mayor honor que he tenido en mi vida.
Durante 4 meses, escribí, lei y releí, borré, rehice frases, recordé mi infancia, compuse poesía para la que no estoy dotada, estudié la biblia, repasé los evangelios, busqué imágenes, escuché marchas procesionales y saqué a flote todos los sentimientos cofrades que alberga mi corazón.
Y cuando hube terminado de escribir, de preparar una larga presentación de fotos y de ajustar los tiempos de la música a los poemas, a los párrafos y a mi voz... Entonces empecé a llorar.

Tras el pregón hubo quien me dijo "¿Cómo conseguiste no llorar, si yo estuve todo el rato emocionado? 
La respuesta es que había llorado tanto durante mis solitarios ensayos de cada noche, que conseguí no dejarme llevar.

Hoy he subido el video a YouTube y, viéndolo, he vuelto a sentir la emoción que puse en ese pregón a mi Cristo, a mi Semana Santa y a mi pueblo... y la piel se me erizó de nuevo y los ojos se me llenaron de lágrimas.

Adelaida Ortega Ruiz

Aquí os dejo un archivo PDF con el pregón completo:


Antes de empezar, con mi amiga Elena.

 Un momento del Pregón.

Tras el acto, recibiendo un ramo y un abrazo del Hermano Mayor de mi cofradía.


Con algunos familiares.



Para poder subirlo a internet tuve que dividir el video en 8 partes, de las que sin duda, la 6ª es la que más me emociona. Dejo enlazados los videos en la columna de la derecha. 

jueves, 13 de mayo de 2010

Día Internacional de la Mujer en Nueva Carteya. Representación de "Genobundio y Abuveva".

El 6 de Marzo se representó la obra de teatro infantil "Genobundio y Abuveva", la cual escribí y dirigí a petición de mi amiga y concejala de políticas sociales e igualdad, del Ayuntamiento de Nueva Carteya, para amenizar los actos del día Internacional de la mujer.

"Genobundio y Abuveva" ha sido mi primera incursión en el teatro, con poca experiencia, menos conocimiento... pero con mucha ilusión.

Es una obra con tintes cómicos que encierra una arraigada problemática sexista, y está ambientada en época de trovadores, por lo que la escribí en verso (o eso intenté).

Fueron meses de ensayos con 5 niños estupendos (mis pequeños actores), pero mereció la pena. Espero que os guste.



GENOBUNDIO Y ABUVEVA

PRIMER ACTO

TROVADOR (Delante del telón):
Voy a narrarles a ustedes
una historia muy antigua,
y ya verán vuestras mercedes
la injusticia que atestigua.

Cuentan que hubo en Granada
un señor muy bien casado,
que trabajar… nada, nada,
pero a mandar acostumbrado.

Él de rentas vivía
y viendo que escaseaban,
del servicio prescindía
y su mujer trabajaba.

Era su esposa señora
de intachable rectitud;
lo servía enamorada
a costa aún de su salud.

Y la vida así pasaba
hasta que ella se dio cuenta
que el marido a ella la usaba,
y más que esposa era sirvienta.


SE ABRE EL TELÓN.

ABUNDIO (retrepado en su sillón):
Genoveva, tráeme vino,
¡ganas tengo de beber!

GENOVEVA (fregando el suelo de rodillas):
Un momento, ya termino…

ABUNDIO:
¡Ahora mismo! Tengo sed.

GENOVEVA (soltando el trapo en el cubo mientras habla):
Marcha tú a por ese vino,
Tengo mucho yo que hacer,
e igual de largo es el camino
pa tus pies que pa mis piés.

ABUNDIO (incorporándose un poco en el sillón sorprendido y con aire ofendido, por la respuesta de su mujer):
No tolero esa insolencia.
¿Cómo osas rechistar?
¡No descanse tu conciencia!
¡Quererte a un hombre a comparar!

GENOVEVA:
Mi cuerpo es quien no descansa,
muerta estoy de trabajar.
Ser varón no te da excusa…


ABUNDIO (Gesticulando exageradamente con los brazos, como si explotara una bomba):
¿Acaso vas a reventar?

BREVE PAUSA. Abundio se levanta del sillón y camina con las manos a la espalda alrededor de Genoveva, que sigue fregando en el suelo. Después comienza a hablarle más suavemente.

Ser varón me da derecho
siempre a hacerme respetar.
y la mujer tiene un oficio:
que es al marido cuidar.

GENOVEVA (poniéndose de pie):
Pues soñé yo la otra noche
que eso tiene que cambiar,
que cuando el futuro llegue
la mujer será una igual.

ABUNDIO (mesándose la perilla con una mano y haciendo gestos con la otra para que su mujer se vaya):
¡Tonterías Genoveva!
¡Deja ya de alucinar!
y vete ahora a la taberna
que mi vino has de mercar.

SE CIERRA EL TELÓN.

TROVADOR (Delante del telón):
Así fue que Genoveva
quiso su sueño probar
y fue a ver a una hechicera
para a Abundio escarmentar.
 
Una bruja del contorno
buena magia procuró
y al marido con brebajes
en mujer lo convirtió.

¿Y qué pasó con Genoveva?
-Se preguntarán ustedes-
Pues que el mismo bebedizo
cambió a ambos de papeles.

Y fue así que una mañana
el milagro aconteció.
Despertose Abundio dama
y Genoveva varón.

FIN DEL PRIMER ACTO.


SEGUNDO ACTO

SE ABRE EL TELÓN.

(El escenario aparece vacío. Se oye el grito terrorífico de Genoveva y Abundio al unísono. A continuación, los personajes salen a escena por la izquierda, con la ropa intercambiada: Abundio vestido de Genoveva y Genoveva de Abundio).

ABUNDIO (Seguido de Genoveva y visiblemente alterado):
¡Vive Dios que no lo entiendo!
¿Qué faltas pude cometer,
que a mí el cielo me ha tornado
de macho regio en vil mujer?

GENOVEVA (retrepándose en el sillón como antes lo hacía Abundio y con cierto aire guasón):
Tal vez tú no fueras justo
al sentirte superior.
¡Sírveme un vinito al punto!
Ahora soy yo tu señor.

(Sale Abundio muy contrariado por la izquierda y entra a escena la hechicera por la derecha)

HECHICERA:
¿Es usted el tal Albundio,
o quizás seas Genoveva?

GENOVEVA:
No sé si soy Genobundio
o mi nombre es Abuveva,
sólo sé que en un segundo
¡esto marcha que es “la pera”!
HECHICERA:
He venido a advertirte
que mi magia no es eterna

GENOVEVA:
Debo ser inteligente
y cambiarle la conciencia.

HECHICERA:
Usa bien este regalo
del hechizo ahora a la vista.
Su poder será anulado
cuando él no sea un machista.


Se oye la voz de Abundio que llama a Genoveva desde dentro:

ABUNDIO:
¡Genoveva! ¡Genovevaaa!


GENOVEVA:
¡Ahí llega! Debes irte.

HECHICERA:
Oye antes lo que vine a decirte:

Que él no sepa que el conjuro
sólo es algo pasajero;
haz que piense que es seguro
eterno castigo del cielo.

(Sale la Hechicera por la derecha y a continuación entra Abundio por la izquierda)

ABUNDIO:
Vino bueno ya te traje.
Ahora ponte tú a limpiar.

GENOVEVA:
¡Ni lo sueñes! Soy un hombre
Y tú me tienes que cuidar.

Empieza antes con el suelo,
y luego ponte a cocinar,
que yo espero aquí sentado…

ABUNDIO:
¿Y no piensas hacer na?

GENOVEVA:
No tolero esa insolencia.
¿Cómo osas rechistar?
¡No descanse tu conciencia!
¡Quererte a un hombre a comparar!

ABUNDIO:
¡Hombre soy!

GENOVEVA:
Ya no lo eres.

ABUNDIO:
¿Y qué crees que puedo hacer?

GENOVEVA:
Servirme en todo como antes
hacía contigo tu mujer.
¿No querrás que los vecinos
te vean desobedecer?

 ABUNDIO (Pensativo):
¿Y que crean que Genoveva
osa a Abundio descuidar?
¡No, pardiez! Eso en la vida;
mi buen nombre hay que guardar.

GENOVEVA:
Debes ser muy convincente.
A todos tienes que engañar;
la dama fina y complaciente
sus gestos debe vigilar.


SE CIERRA EL TELÓN

TROVADOR:
El triste Abundio de esta guisa
comenzó con su rutina
de esposa dócil y sumisa,
laboriosa y… femenina.


FIN DEL SEGUNDO ACTO.

TERCER ACTO

GENOVEVA (Bien acomodada en el sillón):
¡Abundio limpia la mesa!

ABUNDIO (Acudiendo rápido a la mesa con el trapo):
Ya estoy yendo.

GENOVEVA:
Acomódame los cojines.

ABUNDIO (Retocando la posición de los cojines del sillón de Genoveva):
Gustoso lo estoy haciendo.

GENOVEVA:
Ahora sírveme vino.

 ABUNDIO (Vertiendo vino en una copa):
En un pispás  lo estoy sirviendo.

(Se oyen golpes. Llaman a la puerta)

GENOVEVA:
¡Están llamando a la puerta!

ABUNDIO:
Como el rayo voy acudiendo.

GENOVEVA:
¡Basta ya por Dios, Abundio!
¡negra estoy con tanto gerundio!

(Breve pausa mientras Abundio se dirige a la puerta, y justo antes de que abra, Genoveva le recuerda con gestos muy expresivos que debe parecer femenino):
Y no olvides a la visita hacer ver
tus modos naturales de mujer.

(Entra el vecino Don Facundo)

ABUNDIO (Recibiéndolo en la entrada y retocándose el peinado “primorosamente”).
Pase, pase usted, don Facundo
¡Que alegría, Señor!¡En el mundo!

DON FACUNDO (a Abundio):
El placer es mío, doña Genoveva,
al contemplar una dama tan bella.

(Satisfecho con el piropo, Abundio se retira por la izquierda contoneándose de forma muy “femenina”)

GENOVEVA (poniéndose de pie para recibirlo):
¡Facundo! ¡Qué sorpresa me ha dado!
¿A qué debo tanto honor en mi hogar?

DON FACUNDO:
Andaba por aquí y he pensado…
¿Por qué no paso un rato a charlar?

GENOVEVA:
Pues siéntese aquí, a mi vera,
que ahora nos sirve… ¡Genovevaaaa!

ABUNDIO (Saliendo a escena apresuradamente)
¡Voy, voy!
Que liado en la cocina estoy…
¡Digo… liada! ¡Qué torpe soy!

GENOVEVA:
Sírvele a D. Facundo ¡al instante!

DON FACUNDO:
¡Un vino blanco, si es usted tan amable!

(Abundio asiente con la cabeza y se gira para marchar al recado)

DON FACUNDO:
Perdón, café con leche, si no la incomoda.

(Abundio, que se había vuelto de nuevo, otra vez asiente con gesto complaciente y se gira para marchar)

GENOVEVA:
Y a mí un tinto, pero con soda.

(Abundio emprende camino por tercera vez hacia la cocina, pero ahora con gesto menos complaciente)

DON FACUNDO:
Seguiré su ejemplo querido vecino,
yo también tomaré vino…

(Abundio ha frenado en seco y escucha, ya sin volverse, los cambios en el pedido)

GENOVEVA:
En cambio yo lo pensé mejor…
tráeme leche y un alfajor.

DON FACUNDO:
¡Que sean dos, que sean dos!

ABUNDIO (se vuelve muy lentamente, intentando disimular su enfado):
¿Dos leches y un alfajor,
dos alfajores y un vino
o una leche para el señor?

GENOVEVA:
¡Mujer, no seas impertinente!
Trae de todo rápidamente.

(Abundio se retira sin decir nada más)

DON FACUNDO:
Buena mujer la suya, ciertamente.

GENOVEVA:
Aunque a veces algo impaciente.

(Breve pausa sin conversación. Ambos miran sus relojes buscando algo que decir).

DON FACUNDO:
Está haciendo frío últimamente.

GENOVEVA:
Ya bastante, para ser Noviembre.

DON FACUNDO:
Es que sopla mucho el poniente

GENOVEVA:
Será peor cuando llegue Diciembre.

(Otra pausa sin tema de conversación. Vuelven a mirar sus relojes)

(Entra Abundio con una bandeja y deposita en la mesa dos tazas, dos copas y un platito con dos alfajores).

(El vecino coge una copa y Genoveva una taza, y se la llevan a los labios simultáneamente. Acto seguido espurrean a la vez la bocanada que han tomado).

GENOVEVA:
¡Por todos los Santos! ¿Pero qué es esto?

 ABUNDIO:
Lo que pidieron. ¡Lo traje presto!
Leche con soda y café con vino,
y otro alfajor para el señor vecino.

(Breve pausa. Genoveva y don Facundo miran atónitos a Abundio)

DON FACUNDO:
Me van a ustedes a disculpar,
no tengo ganas de merendar.

(Poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta)

Me marcho ya, que tengo prisa;
a ver si llego a la última misa.

GENOVEVA:
Muy buenas tardes tenga usted.
y déle recuerdos a su mujer.

(Abundio lo acompaña hasta la puerta. Una vez solos, no puede aguantar más y …)

ABUNDIO:
Triste estoy esposa mía
al llegar a comprender
lo que antes no sabía
que sentía una mujer.

Tarde es para el lamento
pues no puedo atrás marchar,
y hoy de aquello me arrepiento,
si tú me quieres perdonar.

GENOVEVA:
Aún no es tarde esposo mío.
Bueno es recapacitar,
y creo que tú ya has aprendío
cómo debes razonar.

Sin embargo hoy te cuento
que un brebaje te serví;
quise darte un escarmiento
y en mujer te convertí.

ABUNDIO (acercándose a Genoveva y cogiéndole la mano):
Nada puedo reprocharte
ya que he sido un egoísta,
y la lección que me enseñaste
ha matado en mí al machista.

Desde ahora los dos juntos
Compartiremos la faena,
¡Y no me des más estos sustos!
¡Por tu madre, Genoveva!

HECHICERA (Entrando por la derecha):
Veo que todo se ha arreglado
Y aquí mi hechizo ¡ha terminado!

TROVADOR (Entra a escena sin cerrar el telón y se sitúa delante de los actores):
Y de este mágico modo
todo volvió a su ser:
él al cuerpo de Abundio
y Genoveva al de mujer.

Damas y caballeros, niñas y niños:
La historia que vine a contar,
aunque fue hace algunos siglos,
la debemos recordar,
y enseñarle a nuestros hijos
el valor de la equidad,
y ya sean hombres o mujeres
reine en ellos la igualdad.

Adelaida Ortega Ruiz.