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viernes, 20 de noviembre de 2009

El fin del mundo.



Desde que tengo uso de razón he oído hablar del fin del mundo y de catastrofismos relacionados: los mares que engullen la tierra, armas nucleares que la destrozan, plagas fulminantes para la humanidad, meteoritos que impactan, cataclismos apocalípticos... ¿Será verdad? ¿Lo veremos nosotros? Espero que no, pero me prometo a mí misma que si hay una próxima profecía a este respecto, me la tomaré con tranquilidad y esperaré serenamente.

Recuerdo una noche, siendo yo muy pequeña, en la que dijeron que el día D a la hora H se acabaría el mundo. Fue en un programa de televisión, en el único canal existente y basándose en no sé qué teoría, pero lo argumentaron de tal modo, que me pareció irrefutable.
La cuestión es que a mí me impresionó aquello, y mi mente infantil empezó a trabajar de inmediato. Sólo faltaba un mes para la fecha y eso no era mucho tiempo, así que me extrañó que la gente no saliera despavorida a la calle, gritando o tal vez buscando una solución. En lugar de eso, mis padres me enviaron a la cama sin hacer ningún comentario.

Al día siguiente, en el cole, las niñas hablaban del tema y todas comenzamos a pensar en lo que haríamos durante ese tiempo que nos quedaba de vida. Unas decían que ya no iban a hacer más deberes, otras que se iban a gastar todo el dinero de la hucha, y algunas que no vendrían más a la escuela.

Yo seguí acudiendo a clase y haciendo los deberes ¡Cualquiera le decía a mi madre que pensaba holgazanear la poca vida que me quedaba!

Lo que sí hice fue ir a la confitería y gastarme las 75 pesetas de la hucha. Ufffffff qué montón de chucherías me dieron!!
En aquel tiempo 75 pesetas era mucho dinero. Escondí los caramelos de La Vaquita, los chicles Bazoka, el regaliz y los palotes en mi mesilla de noche. En el fondo sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo; la impasible actitud de mis padres me lo decía. Pero ¿Cómo podían tener todos esa imperturbable actitud ante la nefasta noticia que habían dado?

Cuando llegó el día D, mi madre me levantó para la escuela, como de costumbre. Yo la miré y no atisbé en ella el más mínimo gesto de inquietud. Aquello me tranquilizaba en parte, pero también me sublevaba el hecho de que nos tuviésemos que marchar de este mundo sin mostrar ninguna contrariedad. Si a los demás no le importaba a mí sí. Yo no quería morir todavía y en vista de cómo se lo tomaba todo el mundo, yo también tendría que aparentar naturalidad.
Me marché a clase muy asustada. Hubiese preferido quedarme con mi mamá en casa. Por lo menos me cogería de su mano en el último momento.

Esperé nerviosa en mi pupitre toda la mañana, sin dejar de mirar por la ventana. La maestra me regañó porque no prestaba atención a las cuentas de la pizarra. A mí me daba igual ¿para qué me iban a servir dentro de poco rato cuando hubiera muerto?

Se acercaba la hora H. El sol brillaba impertérrito y yo, atenta a cualquier temblor, a cualquier oscurecimiento súbito, solo esperaba la más leve señal para esconderme bajo la mesa. Había elegido aquel lugar para recibir mi trágico final y el del resto de la humanidad, a la que poco parecía importarle acabar de ese modo. Estaba acompañada, pero nunca me había sentido tan sola.

En aquellos días andaban arreglando “el camino”, nombre con el que se conocía a la calle de mi escuela, hoy avenida de Andalucía. Era una carretera empedrada a la que por primera vez le iban a echar una capa de alquitrán. Había obreros por todas partes y montones de chinarro y tierra que habían levantado para nivelar el terreno.
De repente el suelo empezó a vibrar y un estruendo ensordecedor inundó el aire.


¡Ya está aquí el fin del mundo! –grité saltando de la silla y acurrucándome bajo el pupitre.


La profesora a su vez, gritó asustada por mi grito, y todas las niñas corrieron a las ventanas a ver qué pasaba.
Un momento después, desde mi escondite escuché risas. Asomé la cabeza y comprobé que todo seguía allí. ¡Estábamos vivas, pero increíblemente mis compañeras no estaban alegres por la noticia; se partían de risa de verme a mí escondida!

Aquel día vi por primera vez una de aquellas pesadas máquinas de asentar el firme de las calzadas.
Me gané una buena regañina de la profesora, pero no me importó. A mediodía marché contenta a casa porque el mundo seguía en su sitio. Al llegar abracé a mi madre y subí a mi cuarto a comer un buen montón de caramelos antes de almorzar.

Adelaida Ortega Ruiz

19 comentarios:

  1. Qué cosas pasan por la mente de los niños, crédulos por instinto aún no maleados por las mentiras habituales de la Sociedad, y qué lógica más aplastante la suya por seguir las enseñanzas de los mayores.

    A esa edad se puede moldear cualquier cerebro y convertirlo en un futuro adulto responsable o en un chisgarabis peligroso.

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  2. Ay qué angustia Adelaida. Y lo más gracioso es que según el calendario Maya, para 2012, todo se irá a tomar porsaco.
    Recuerdo también la angustia que pasé con el cambio de milenio, entrábamos en el año 2000 y no sabíamos lo que pasaría con los ordenadores, se decía que el mundo se sumiría en un tremendo caos.
    Cuando me tomé las uvas y comprobé que aún había luz y la tele funcionaba me tranquilicé.

    Buen relato.
    Un beso.

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  3. A mi de pequeño me angustiaba mucho lo del fin del mundo, ya de mayor me da más miedo el dolor que la muerte y sobre todo la desaparición de las personas, contra eso si que no se puede luchar, por eso hay que buscar y aprobechar los buenos momentos los malos vienen solo. (Con tu permiso hago un enlace de tu blog en el mío) un saludo.

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  4. Perdón por la falta de ortografía de poner "aprovechar" con b imperdonable, un saludo

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  5. hola Adelaida. Muy bello el relato que nos das a leer. Es magnifico. un saludo y que pases un buen fin de semana.

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  6. Hola Tellagorri.
    Efectivamente, los niños tienden siempre a imitar las actuaciones y reacciones de los adultos.

    Hay que ser cuidadoso, porque de ello depende su educación y en gran parte su carácter futuro.

    Un saludo.

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  7. Hola Elena.
    No lo sabes tú bien!!
    La cosa era que yo pensaba... "Si todos actúan con naturalidad, no puedo ser yo la que se ponga a gritar".
    Pero bastante mal que lo pasé en silencio.

    La verdad es que después ha sido una anécdota divertida, siempre que la he recordado.

    Un beso.

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  8. Hola Mamé.
    Pues tienes razón. A mí eso del fin del mundo ya ni me inmuta. Son otras cosas las que me dan miedo.

    Es un placer para mí que hagas un enlace de mi blog. Permiso concedido y con gracias incluídas.

    Un beso.

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  9. Hola Paco.
    Gracias y buen finde para ti también.

    Besos.

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  10. Como siempre..., un encanto leerte!!!.

    Ahí está la inocencia e ingeniudad de un niño.


    Un beso, Adelaida.

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  11. Hola Lola.
    Como siempre, gracias por tu visita.
    Ah! Te dejé un abrazo en el margen derecho de mi blog. Es un regalo que he querido compartir contigo.

    Y aprovecho para recordarte lo de mañana, que es a las 6,30 de la tarde. Me dijiste que te lo recordara... así que cumplido.

    Besos.

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  12. Aaaah pues...!!!!, muchas gracias, Adelaida!!!.
    Un honor para mí recibir éste regalo y más viniendo de tí que, sabes el aprecio que siento por tú persona y de forma generalizada en tú familia.
    Gracias!!!, y ten por seguro que en mi corazón queda hueco para poderlo instalar.


    Un abrazo de oso peludito y un beso de..., foca bigotuda!!!!.

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  13. Hola Adelaida, creo que yo tambien me acuerdo de cuando dijeron que iba a venir el fin del mundo y como tu,creo que vivimos un dia lleno de angustia y miedo, me ha gustado mucho, lo de haberte quedado con tu madre ese dia que creias el ultimo de tu vida un saludo TONY..

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  14. Adelaida enhora buena a NUEVA CARTEYA, pues tiene un vecino como campeon en el concurso Cifras y Letras

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  15. Hola Tony.
    ¿Tú también te acuerdas? Pues entonces menos mal que no era yo sola la que estaba cagada, porque yo pensé que a nadie le importaba morir... jajajaja

    Lo del campeón de cifras y letras no lo sabía.
    ¡Qué sorpresa!
    Ya me enteraré de quien es, porque no he oído nada.

    Gracias por la información y que tengas feliz fin de semana y feliz noche, que veo que hoy te toca trabajar.

    Besos

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  16. Había oído que el mundo se acabará con el Big Freeze o con el Big Cruch (hablando científicamente), pero jamás había podido imaginar que sería una hormigonera o algo por el estilo lo que nos haría desaparecer de la faz de la tierra jajaja. Superdivertido.

    Adelaida gracias por tu abrazo, me viene de maravilla, me lo llevo pal blog.

    Besos.

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  17. Hola Ruth.
    Pues no te creas que no, proque a mis siete años, era la primera vez que veía y escuchaba la tremenda apisonadora, y para mí podría haber sido un monstruo de 7 cabezas, pero lo peor es que yo sólo sentí las vibraciones y el ruido antes de verla... y fueron las señales que estaba esperando para el fin del mundo... jajajaja

    El abrazo te lo mereces amiga, y además un beso.

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  18. Mis padres siempre contaban que una vez fijada la fecha de su boda, salió en prensa que el mundo se acabaría justo ese 4 de febrero del 62...lejos de contrariarle dijeron...mejor si nos pilla dentro del templo, así cogeremos el ascensor directo parriba....
    Un besico , amiga.

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  19. Que bonito relato Adelaida, te sigo y leeré todas tus entradas y relatos poquito a poquito, pués si que escribes bien chica, este me ha encantado y con lo del 21 de Diciembre de este año(también el fin del mundo), veo que esto no es la primera vez que pasa, un saludo........

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