Comienzo el séptimo relato de anécdotas de mi pueblo, aclarando que todas y cada una de ellas están basadas en hechos reales. También es cierto que el desarrollo de la acción, tal como yo lo narro, no es fiel a la realidad, ya que procede exclusivamente de mi imaginación, pero sí es textual el hecho central de todas las anécdotas, que os aseguro que siempre es verídico al cien por cien. Los nombres de los protagonistas también son falsos, para que nadie pueda sentirse aludido.
Asuntos de remolacha.
Nació Rigoberto Anacleto a principios del siglo XX, en el seno de una familia humilde, y al ser varón y primogénito le pusieron Rigoberto por el padre y Anacleto por el abuelo, dos nombres que juntos resultaban un tanto chocantes, pero como dijo la abuela... “todo es acostumbrarse”.
Creció el niño sano y robusto y, a la edad de 9 años, dejó la escuela para cuidar las vacas. Sólo aprendió por tanto lo mínimo de letras y números, y no muy bien por cierto, ya que era poco espabilado. No obstante era trabajador y tenaz, y siendo un mozalbete, quedó huérfano de padre, y hubo de hacerse cargo del ganado y de unas nuevas tierras que su progenitor acababa de adquirir sembradas de remolacha.
Rigoberto Anacleto nunca había conocido a nadie que se llamara igual que él, y había crecido con la firme creencia de que su nombre, por raro, era único en el mundo.
Poco tiempo después de la muerte de su padre, el joven hubo de buscar comprador para la primera cosecha de remolacha, y siendo que de vacas entendía mucho, pero de remolacha poco, buscó consejo en un tío suyo, que le propuso viajar a Madrid a tratar el asunto con unos empresarios de allí.
Así fue como Rigoberto Anacleto concretó con su tío Gustavo, al que todos llamaban Gómez, que al cabo de dos semanas se encontrarían en Madrid. El tío Gómez lo esperaría allí, pues él tenía que adelantarse para gestionar otros negocios.
Y llegó el muchacho a Madrid. Era la primera vez que salía del pueblo, y hasta el viaje en tren le resultó algo extraordinario. Jamás había visto otra cosa que los campos y sus vacas.
En cuanto puso el primer pie en la estación, empezó a mirar a un lado y a otro. Aquello era más grande de lo que había imaginado. El caso es que no recordaba el nombre del hotel que le había dicho su tío, pero no creía que fuese ningún problema.
-¡Bueno!- pensó -En cuanto salga a la calle ya me guiarán a donde el tío Gómez; por algo mi madre siempre dice que “preguntando se llega a Roma”.
Y en una calle cualquiera de Madrid empezó a preguntar...
-¿Ha visto usted a Gómez?
-¿En qué hotel está mi tío Gómez?
-¿Ha visto usted a Gómez?
Ignoro de qué forma o por qué milagro divino, Rigoberto Anacleto dio con su tío, pero lo cierto es que lo encontró.
Un par de días después de su llegada a la capital de España, el tío lo invitó a ver una obra de teatro. Era una buena idea aprovechar su estancia para ver cosas que en el pueblo no tenían oportunidad de conocer, así que entraron a un teatro y ocuparon sus asientos.
Mediada la representación, entró en escena un personaje que ¡oh azares de la vida!, llevaba por nombre Rigoberto Anacleto. Acto seguido, otro personaje inició conversación con él, diciéndole así:
-Rigoberto Anacleto, ¿a qué has venido?
¡No se lo podía creer, lo habían conocido! Ni corto ni perezoso, se levantó de su asiento, situado justo en el centro del patio de butacas y, muy emocionado, gritó a pleno pulmón...
-¡A ASUNTOS DE REMOLACHA!
No entraré a describir las carcajadas generales en el teatro, ni la situación tan embarazosa por la que pasó el tío Gustavo y los actores que vieron su interpretación interrumpida de manera tan singular, pero sí os digo que “Rigo” se vino para el pueblo contando que era tan popular en madrid, que hasta los actores famosos lo conocían y lo llamaban por su nombre, único en el mundo.
Adelaida Ortega Ruiz.
EL RECICLAJE PERFECTO
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El mensaje no puede ser más directo y preciso “Hola, si te sirve, cógeme…”,
esto es el reciclaje perfecto.
Hace 10 minutos
Jajajaja..., la conocía Adelaida. Es para troncharse, y además de graciosa, perfectamente narrada por ti.
ResponderEliminarGracias por estos ratos de risa.
Un beso y abrígate, que en Carteya hace mucho frío.
Jajajajaja...Qué historia más buena...
ResponderEliminarMuchos besitos de domingo lluvioso.
Hola Elena ¿Conocías esta anécdota?
ResponderEliminarYo siempre se la escuché contar a mi madre, y me reía mucho imaginando la situación.
Un beso.
Hola Ana.
ResponderEliminarMe alegro que te divierta.
Otro besito para ti.
Adelaida...
ResponderEliminarGenial. Lo primero como pudo dar con su tio Gomes preguntando por Madrid,je,je... y lo de la obra de teatro ya no tiene precio. Que grande Rigoberto.
Un beso y feliz domingo.
Adelaida, en mi blog tienes una participación de lotería, pásate cuando quieras.
ResponderEliminarHola Félix.
ResponderEliminarYo tampoco sé cómo demonios dio con su tío.
Ya sabes esas viejas historias que se transmiten de unos en otros, van perdiendo los detalles a cada paso... y al final llega a tus oidos sólo un 10% del total.
Un beso.
Hola Elena, voy pallá ahora mismo. je je.
ResponderEliminarSí, Mari Carmen... de todo. Lo tengo visto y comprobado.
ResponderEliminarDebería haber un programa de tv que se llamase "Carteyanos por el mundo". Seguro que dejaba chico al de "Españoles por el mundo". jajaja
Un beso Mari Carmen.
Dña. Adelaida
ResponderEliminarLo has vuelto a bordar. Tienes mucha guasa en los detalles (lo de buscar al tío Gómez en Madrid, etc.) y es una delicia leerte.
Una pregunta ¿Dónde puñetas está Carteya? Sí, ya sé que es una localidad de Córdoba, pero cuándo se fundó?
Carteya me suena, por ignorante, a la Cartagena de Anibal que copió el nombre del de su Cártago original en Túnez.
Es lo mismo? Quiero decir que Cartagena ya sé que está en Murcia, pero vuestra CARTEYA tiene algo que ver con las huestes de Asdrubal y cía.?
Hola amigo Javier Tellagorri.
ResponderEliminarNueva Carteya se fundó en el año 1822 por un clérigo llamado Diego Carro, en cuyo honor el paseo de Nueva Carteya lleva ese nombre.
Está situado entre Montilla (que te sonará por el vino de esa denominación de origen), Cabra y Baena, a pocos kilómetros de cada uno de estos pueblos.
Antes de existir como poblado, era simplemente un cruce de caminos, ya que en el más estricto sentido de la palabra, aquí está la "trifurcación" del camino, y cada vertiente se dirige a uno de los pueblos que te he mencionado antes.
En el mismo cruce había un ventorrillo para los caminantes. Yo siempre he vivido justo en ese punto de encuentro de los tres caminos, enfrente de lo que fue el primitivo ventorrillo.
A raiz de esto se fue formando un pequeño pueblecito que hoy día tiene cerca de 6.000 habitantes, que vive casi por completo del cultivo del olivo y que fabrica uno de los mejores aceites de oliva del mundo (No lo digo yo... puedes consultarlo en internet o donde quieras).
Estamos a unos 50 km al sur de la capital cordobesa, y en estas tierras se han encontrado vestigios íberos, romanos y visigodos, que atestiguan que aquí vivieron esas civilizaciones y libraron batallas históricas, como la batalla de Munda.
Mi pueblo está enclavado justo entre siete colinas que lo circundan (como Roma, je je), y tal vez por eso su situación fuera estratégica en los tiempos de aquellas batallas.
Son increíbles las cosas que te encuentras en cuanto levantas una poquita de tierra en los olivares de alrededor del pueblo: monedas romanas, vasijas, mosaicos...
La pieza más importante encontrada es "la leona ibérica", del s.IV antes de Cristo, y que ahora se expone en el museo arqueológico de Córdoba.
Yo tengo en mi casa un hacha y varias herramientas de piedra (supongo que prehistóricas), encontradas en el campo. No es nada difícil encontrar este tipo de restos. Casi todos los del pueblo tienen cosas de estas en sus casas.
Bueno... me has preguntado y allá que me enrollo yo, como si esto fuera un post en lugar de un comentario.
Es que me pierde hablar de mi pueblo.
Saludos.
Inimaginable descripción por lo completa y detallada.
ResponderEliminarAgradecido te quedo porque no tenía ni puñetera idea. De esa zona sólo me suenan los ElJABRENSES u oriundos de Cabra, lugar en donde hubo una masacre innecesaria por parte de la aviación republicana en 1937.
Menuda suerte teneís de disponer de restos arqueológicos casi a ras de suelo.
Y me imagino que una de las máximas comodidades para vivir es la ausencia de problemas que conllevan las ciudades grandes.
Odio vivir en urbes de más de 20.000 habitantes, y otra mucha gente creo que también porque todos los fines de semana huyen de esas ciudades a lugares más pequeños, por ejemplo los madrileños, barceloneses o bilbainos.
MUCHAS GRACIAS POR EL RELATO descriptivo.
Te salio muy bien, ajaja siempre es bueno reir, gracias
ResponderEliminarBesos
Hola de nuevo Tellagorri.
ResponderEliminarEl gentilicio de Cabra es "egabrense", aunque por aquí se suelen hacer chistes a su cuenta... ya te los puedes imaginar.
De este pueblo cercano fue oriundo don José Solís Ruiz, ministro en el gobierno de Franco.
En cuanto a lo que dices de las grandes ciudades... es según donde vivas, porque aquí hay tan escasa actividad que a veces también se echan de menos algunos alicientes (sobre todo culturales y espectáculos) de los que carecemos.
Buenas noches.
Hola María.
ResponderEliminarMe alegro que te gusten este tipo de historias. Su mayor encanto es que están basadas en hechos reales.
Un beso y feliz semana para ti también.
Hola mardelibertad.
ResponderEliminarPues sí, es cierto lo que dices. SIEMPRE es bueno reir. Me alegro que esboces alguna sonrisa con estos relatillos de mi pueblo.
Un beso.
hola Adelaida. Que buena historia,no la habia escuchado . Es graciosa. Hay que ver que con una simple equivocación lo famoso que se puede llegar a ser. Es siempre grato venir a tu rincon de la escritura para contemplar esas cosas tan graciosas de nuestro pueblo, pero más gracia hace cuando las cuentas tú con tu elegancia y sabiduriá. un beso amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias Paco.
ResponderEliminarTus palabras son muy generosas siempre.
Un abrazo.
Como otras tantas noches me has vuelto hacer reir con tus relatos,que Guenos son ...Un saludo TONY
ResponderEliminarHola Tony.
ResponderEliminarA mí también me encantan los tuyos, porque además te tienen a ti como protagonista.
Gracias y un beso.
Jajaj, muy buena historia. Me ha encantado conocer tu blog, es muy ameno y cálido, vengo desde el blog A CORAZON ABIERTO, te voy siguiendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bienvenido Yob, estás en tu casa.
ResponderEliminarMe alegra que sientas eso al entrar por mi ventana.
Un abrazo,
ja ja ja que buen relato no la conocia, me hizo bien leerla hoy tengo un dia de esos raros.
ResponderEliminarCon cariño
Mari
Hola Estoy_viva.
ResponderEliminarEs normal que no conocieras esta historia... es una anécdota de mi pueblo, y a menos que el protagonista se hiciera tan famoso como él pensaba, veo difícil que sus andanzas se conozcan fuera de Nueva Carteya.
Bueno, ahora que las estoy colgando en internet es posible. jeje.
Un saludo y arriba ese ánimo. Días raros vienen a menudo, pero después afortunadamente se van.
Un beso, amiga.
Hola Adelaida , muy divertida la historia que nos cuentas , jajaja gracias por hacerme reir , y tambien muchas gracias por comentario en mi blog ,siempre bienvenida .
ResponderEliminarUn abrazo de MA .
Hola Ma.
ResponderEliminarGracias a ti.
Un beso.
He leído tus dos últimas historias, buenísimas, cómo me he reído , escritas con frescura y naturalidad.
ResponderEliminarMe recomendó tu blog Emilio y tenía razón es muy bueno.
Seguiré visitándote y enriqueciéndome con tus historias, si te parece bien.
Un saludo
Hola Emibel.
ResponderEliminarNo es sólo que me parezcan bien, sino que me honran tus visitas.
Estás en tu casa y muchas gracias por tus palabras.
Un afectuoso abrazo.
No tengo duda de que aprendió de remolachas, o al menos, de casualidad, las vendió a la perfección.
ResponderEliminarUn abrazo
Adelaida... Muy buena historia, en serio que es verídica?... Me ha divertido mucho, y espero ya la siguiente.
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog y por tus palabras, un placer leerte.
Saludos desde mis noches blancas
Jajaja, qué bien me sienta mi dosis de sonrisas y buen humor...
ResponderEliminarGracias Adelaida por hacerme esbozar una sonrisa antes de irme a la cama a soñar con los angelitos.
Besos.
Emilio, pues sí que son verídicos las dos anécdotas claves del relato, que son las que de verdad interesan. Todo lo demás es sólo el marco preciso que yo le pongo al cuadro.
ResponderEliminarCuando empecé esta serie de anécdotas expliqué que algunas son historias muy antiguas, y sólo han trascendido ciertos detalles, así que yo intento recrear lo que en mi imaginación podrían haber sido los hechos.
Bueno, lo importante es que sonrías al leerlo.
Un beso y gracias por recomendar mi blog a tu amiga Emibel.
Capitán, aprendió eso y otra cosa que no esperaba: que había alguien más que se llamaba igual que él, aunque eso le costó más entenderlo.... jajajaja
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Ruth, guapísima.
ResponderEliminarPues nada, que duermas bien y que sueñes con los angelitos o con Richard Gere... jajajaja
Yo aquí sigo un rato más, que tengo trabajo, pero me quedo muy contenta.
Besos.
Los malos dias igual que vienen se van, y mas cuando hay este tipo de historias que nos hacen reir.
ResponderEliminarcon cariño
mari
Pues nada..., entro la última!!!.
ResponderEliminarQué poco tiempo tengo, Adelaida!!!.
Pariente mío no sería ese Rigoberto Anacleto, noooo????. Jejejeeeee!!!.
Sigue siendo un placer leerte, amiga!.
Un beso!!!.
Genial!!!!!!!!! Me gusto mucho.
ResponderEliminarBravo!!!
Un placer leerte.
Hola Adelaida, tu anécdota no tiene nada que envidiarle a los chites típicos del Lepe, sobre todo el protagonista, que si tiene familia en el pueblo será ¿famosa?.
ResponderEliminarUn beso guapa.
Hola Salvador.
ResponderEliminarEl placer es mío, ahora que vengo de visitar tu blog.
Tu visita, un honor para mí, muchas gracias.
Un afectuoso saludo.
Hola Lola.
ResponderEliminarNo fuiste la última, pero en cualquier caso, siempre bienvenida.
Además ya conoces aquello de "en el reino de los cielos, los últimos..."
El placer es mío porque me leas.
Beso achuchao.
Hola Encarni.
ResponderEliminarEs que en la vida real, a veces pasan cosas que dejan chicos a los chistes. jajaja
Un beso, amiga.
Que hermoso Rigoberto Anacleto con su inocencia que es pura luz en un mundo que ha perdido el asombro ante la belleza y el horror. La cercanía con la naturaleza, sin duda, conserva al alma en su estado de pureza.
ResponderEliminarUn gusto haber llegado por aquí, volveré!
Un abrazo fraterno desde el confín austral!
Hola Eva Magallanes.
ResponderEliminarTienes nombre de conquistador.
Me encanta que hayas recalado aquí y te asomes a mi ventana.
Rigoberto Anacleto existió a primeros de siglo en mi pueblo, aunque no se llamaba así, ya que yo, por ser historias basadas en hechos reales, cambio los nombres para que ninguna familia se pueda sentir aludida.
Por aquel tiempo había muchos personajes así, que como no habían salido nunca de su campo ni de su pueblo, ignoraban por completo la vida fuera de aquí.
Tienes razón... ¡Qué bonita inocencia!
Ahora las cosas han cambiado. El progreso llegó a todos los rincones y la inocencia se esfumó.
Un beso y encantadísima de que quieras quedarte conmigo.
Gracias.