Related Posts with Thumbnails

lunes, 12 de octubre de 2009

El Mundo gira movido por Internet.

"Siglo Primero D.I."

Hace unos diecisiete años que tuve sobre la mesa mi primer ordenador. Me lo dio uno de mis hermanos, que lo había desechado tras comprarse otro más moderno, y pensó que a mí me vendría bien en mi trabajo. Me explicó que servía, como su nombre indicaba, “para ordenar”, y añadió “enciéndelo y familiarízate con los programas”.



Tengo que confesar que después de unos días intentando buscarle utilidad a aquel trasto, lo arrinconé en el trastero, pues no conseguí entender para qué demonios me podía servir a mí aquella cosa tan grande, teniendo yo la contabilidad bien ordenada en mis libros de cuentas y una gran cantidad de cuadernos, bolígrafos y cajones para guardarlo todo. Además… es que no tenía ni idea de cómo se manejaba aquello, y eso de “los programas” sólo me había sonado a “espacio televisivo”.



Me da algo de vergüenza admitirlo, pero realmente pensé que el uso de esas máquinas sería una moda pasajera, o cuando más seguida sólo por unos pocos.




No volví a acordarme de él hasta pasados unos años, cuando los ordenadores empezaron a verse por doquier. Su uso se extendió a organismos públicos, empresas, comercios, bancos, colegios… Ya una mesa de oficina o despacho, no era tal sin un ordenador sobre ella. Era tan cotidiano como el pan y el agua.



Aún así, yo seguí resistiéndome, más por ignorancia que por testarudez, hasta que mi hija mayor se empeñó en que le comprásemos uno, aludiendo a su necesidad para trabajos escolares, consultas en Internet, juegos, etc.



Si esfuerzo me costó encontrar útil un ordenador, más complicado me resultó ver práctico “el Internet”… hasta que empecé a usar ambas cosas. Ahora me pregunto cómo sobrevivíamos sin él. Suena fuerte, pero creo que lo mismo que el nacimiento de Cristo, el nacimiento de Internet ha marcado un antes y un después en el tiempo.



Hoy día, esa red nos atrapa a todos. Internet mueve el mundo.



Es fácil darse cuenta de cómo ha alterado nuestras costumbres, influido en nuestro vocabulario, cambiado nuestro modo de relacionarnos, ampliado nuestro acceso a la información y modernizado y agilizado las operaciones, transacciones y comercio de todo tipo.



Ya apenas se venden postales navideñas; nos estamos acostumbrando a felicitar con tarjetas virtuales, y por supuesto, las noticias de los amigos ya nunca nos llegan por carta… ¡Con lo emocionante que era recibir un sobre con nuestro nombre escrito a mano!


Un creciente número de lectores de prensa cambia a diario el papel impreso por la pantalla de ordenador. Y qué decir de la música… Todos conocemos los desvelos de las discográficas por la bajada de ventas, a causa de las extendidísimas descargas. Cualquier disco o película a nuestro alcance sin salir de casa.



Aún conservo en un armario mi vieja máquina de escribir; esa que a mis dieciséis años deseé ansiosamente hasta que mi padre me la regaló. ¿Para qué me servirá ahora? Recuerdo cuando iba a comprar las cintas de tinta bicolor y unos sobrecitos de corrector que a duras penas disimulaban los errores dactilográficos. Tal vez por eso, conseguí escribir del tirón un texto completo casi sin faltas.
También anda por ahí mi estupenda cámara analógica. Los carretes fotográficos se han convertido en artículo para aficionados y coleccionistas. La fotografía digital se ha impuesto totalmente.



Las voluminosas enciclopedias sólo se mueven de la estantería para limpiarles el polvo. ¿Quién se molesta en buscar alfabéticamente teniendo cualquier información en Google con unas rápidas pulsaciones? Hasta los síntomas de las enfermedades, las recetas de cocina y el tiempo atmosférico los consultamos en la red.



Reservamos hotel para las vacaciones desde nuestro sillón, compramos artículos que no encontramos en las tiendas, extraemos los formularios para las becas de nuestros hijos y tenemos a mano la factura del teléfono, sin atentar contra el medio ambiente por usar como soporte el papel.



¿De qué pensarían nuestros abuelos que les estábamos hablando con términos como papelera de reciclaje, bandeja de entrada, ratón, pestaña, ventana o antivirus? Pues peor sería si les nombrásemos el formato JPG, el software, el Hacker o el MODEM. Alguna vez he oído conversaciones de chavales muy metidos en la informática y por momentos he pensado que hablaban en chino.

Capítulo aparte merecen las relaciones internautas y las amistades cibernéticas. Las redes sociales multiplican las amistades a un ritmo vertiginoso. Los chats, los foros, los blogs… nos brindan la ocasión de relacionarnos o charlar con personas que jamás hubiésemos conocido, y de publicar nuestras opiniones o todo aquello que queramos divulgar, con la seguridad de que se abre una puerta poderosísima de comunicación.

Ciertamente el poder de Internet en el mundo es ilimitado. Nuestra vida cotidiana se paraliza si hay avería en el servicio. Hace poco hubo una que duró un par de horas, y ese breve espacio de tiempo bastó para encontrarme con que el banco no podía efectuarme la operación que solicité; yo no podía consultar las existencias de librería en el almacén, y por tanto tampoco hacer mis pedidos, y por último, un proveedor no pudo facturarme hasta que se restauró la línea.
¿Qué pasaría si de repente nos quedásemos sin Internet?

Adelaida Ortega Ruiz.
  13-Octubre-2009

15 comentarios:

  1. Si internet dijera ahora chao-chao... un poquito huérfana , la verdad, me sentiría...
    De entrada sería como perder un novio al que cada día entregas tu tiempo de ocio y que de pronto se va con otra y te deja horas libres que no sabes ocupar...
    Por la parte positiva, mis libros ganarían ....ahora mismo son los grandes perdedores...recuperaría mis horas en los paraisos inventados que seguramente felicitarían mi regreso al sillón relax.
    Que no suene esto a tremendista... pero si se me rompiera el móvil, iría de inmediato derechita a comprarme otro...jeeee
    Ah!! en el trabajo?....volvería a las anotaciones en libretas de toda la vida, las fichas personales a mano, "cantar calificaciones de viva voz" , las faltas a mano....adioóssss al programita "séneca de las narices"....(ves? por esa parte sí que me alegraría...)
    Pero perdería amigos, también... eso ya no me gusta tanto...
    Weno...paro ya ....que si me embalo... que vengo de fería y estoy cansadilla.
    Un besico, amiga...

    ResponderEliminar
  2. Pues tienes razón Ana, yo también leía más antes de Internet. No encontraba mejor forma de invertir mis horas libres que con un buen libro entre las manos.
    Sin embargo, ahora la gama de posibilidades se me ha ampliado enormemente. Ya no es que emplee mi tiempo libre, sino que busco ese tiempo aunque casi no lo tenga.

    Sin duda Internet ha alterado nuestro modo de vida, pero los pros son definitivamente mayores que los contras.

    Un beso amiga mía. A ti probablemente no te hubiera conocido de no ser por internet. Otra cosa que agradecerle.

    ResponderEliminar
  3. Yo era otra que maldecía el internet por puro desconocimiento.
    Empecé a usarlo para buscar recetas de cocina o hacer algún puzle, y la verdad, le sacaba poco jugo.
    Ahora es parte muy importante en mi vida cotidiana, no me imagino sin mi ordenata y sin internet.
    Gracias a este mundo he conocido a mucha gente estupenda.

    Besotes.

    ResponderEliminar
  4. Hola Mari Carmen.
    Tal vez a nivel personal pudiésemos pasar sin él, pero nuestro entorno es completamente dependiente de este hilo, y si desapareciera nos afectaría a todos de inmediato.
    Habría que reestructurar el mundo de nuevo, porque el que conocemos actualmente se paralizaría por completo.
    En cuanto a la lectura, yo leo menos libros, pero más artículos de opinión, información en general y como no... escritos de personas que gracias a Internet han dejado de ser anónimas para mí.
    Sólo por esto ya me merece la pena, y claro está que tampoco debemos renunciar a los ratos de familia, viajes, salidas y charlas "tete a tete" con los amigos, por eso le decía a la amiga Elena hace unos días, que me falta tiempo para lo que tengo que hacer, y más aún para lo que quiero hacer.
    Este es el gran conflicto, el tiempo.

    Un beso amiga, y que sepas que voy informando a tus familiares carteyanos de nuestras charlas por aquí. Cuando vengas podremos charlar nosotras. Lo estoy deseando.

    ResponderEliminar
  5. Sí Elena, gente estupenda y sorprendente como tú.

    Sin Internet tal vez nosotras nos hubiésemos cruzado mil veces por la calle, o quizá yo hubiese ido con tu primo a visitar a tus padres, pero puede que tú y yo jamás hubiésemos intercambiado más de veinte palabras... Seguiríamos siendo completas desconocidas.

    Sin embargo... ¡Fíjate cuánto hemos hablado ya!

    Besotes para ti también.

    ResponderEliminar
  6. Yo creo que ya sin ordenador no se puede ni trabajar, hoy he estado sin él porque lo he cambiado por uno nuevo, y he llenado el día de reuniones para no perderlo.

    Sólo los libros aún resisten el empuje, no sé por cuanto tiempo.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Hola Capitán.
    Pues aquí me tienes a mí, que llevé al trastero mi primer ordenador por encontrarlo inútil, y ahora dispongo de 4. ¿Quién me lo habría dicho entonces?

    Y es que al contrario que la amiga Mari Carmen, yo no podría pasar ya sin Internet.
    Hoy mismo disponer de esta gran puerta me ha resuelto un problema urgentísimo.
    Es mi aliado diario.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. A mí me ocurría igual que a la amiga Elena, veía un ordenador y hasta le temía, sobre todo en mí época de estudiante!!!. Odiaba las horas de ordenador, no sabía dónde andaba el "ratón", el "enter"..., no sabía dónde había nada y además, un aparatejo de ese calibre, me causaba hasta respeto!!!.
    Ahora sin embargo, no imagino mi vida sin un ordenador y sobre todo sin Internet. Podría ocupar mi tiempo en muchíiiisimas cosas, pero después de haber conocido a éste "señor", me sería muy difícil vivir sin él. Reconozco que Internet me ha creado una gran dependencia. El día que no puedo entrar estoy como si me faltara el aire, vayaaaa..., que tendría el mono, como se dice...!!!!!.

    Un besito para todos!!!!.

    ResponderEliminar
  9. A mí me ocurrió casi igualito que a ti, hace unos ocho años mi marido se empeñó en que teníamos que tener un ordenador en casa, yo le decía, sí hombre, para que te pases todo el día a ahí y no me hagas caso jajaja. Al poco del ordenador llegó el Internet, mi marido aseguraba que un ordenador sin internete era un trasto sin vida, y yo erre que erre que no que no, hasta que me puse a estudiar la carrera por la UNED, entonces, ni modo, tendría que empezar a familiarizarme con el dichoso Internet, y ahora dudo que pudiera vivir sin él.

    Por cierto mi máquina de escribir, es una olivetti de 1969, una auténtica requilia, fue la que mi abuelo le regaló a mi padre cuando era adolescente, dudo poderla poner en marcha porque se enganchaba mucho, pero con ella aprendí a escribir y estudié la rama administrativa de la antigua FP, me estoy haciendo vieja ¿verdad?

    Lo malo de internet es que es un arma valiosísima pero que tantas veces cae en manos que le dan un mal uso.

    Besos Adelaida

    ResponderEliminar
  10. Pues sí Ruth, como todo en la vida, tiene su parte buena y su parte mala, si se abusa o se usa de mala manera.
    Sin embargo, utilizándolo correctamente, nos abre un mundo de posibilidades, incluso más de las que podemos aprovechar.

    Yo también estudié por la antigua FP, primero administrativo y después Secretariado de Dirección, como se le llamaba entonces, pero de eso hace ya muuuuuchos años. Fíjate que hasta aprendí estenotipia, que creo que ya ni se usa.

    Mi máquina cuando empecé a estudiar era de cuando mi padre estaba en la mili. Ël se la compró en Madrid allá por los años 40. Era toda metálica, incluída la carcasa, con las teclas negras y redondas, cubiertas por un cristalito; el carro pesaba un disparate y hacía un ruido impresionante. Yo la usé hasta que en 1982 me compró una Olivetti azul preciosa (entonces era de lo más moderno).

    La primera vez que toqué un teclado de ordenador, me pareció demasiado suave. Yo estaba acostumbrada a hacer gran fuerza con los dedos. Ahora me encanta... y sobre todo la posiblidad de corregir, colorear, sangría automática, subrayar sin usar el guión, pasar al siguiente renglón sin correr el carro con la mano... y las mil y una posiblidades que antes no teníamos con aquellas máquinas.

    ¡Hay que ver, eh! ¿Y tú dices que te haces vieja?
    Pues imagínate yo.

    Un beso Ruth.

    ResponderEliminar
  11. Hola Lola.
    ¡Si vieras la de horas que me he pasado delante de este trasto!
    Lo primero que hice fue informatizar mi librería. Metí todos los artículos por código de barras y aprendí a usar un programa para comercios.

    No fui a clase, así que aprendí yo sola. ¡Qué trabajo me costó, Dios!

    Una noche le dije a mi marido que me acostaría tarde, porque quería hacer un formato de plantilla para facturas y tickets, y sin maestro ni instrucciones (porque entonces aún no tenía internet), aquello era dificilísimo.
    Cuando miré el reloj eran más de las 3 y aún no lo había logrado. Me dije que seguiría un rato más, y cuando volví a mirar la hora eran las 6.30, así que fui a casa, me duché y fui a trabajar sin haber dormido, pero con la satisfacción de haber conseguido lo que me propuse.

    Lo peor es que me gusta... me encanta el ordenador y aprender cada día más, pero cuanto más aprendo más veo lo poco que sé.

    Un besazo, mi amiga Lola.

    ResponderEliminar
  12. Wopp!!!

    No entiendo como me he saltado tu actualización.
    ¡Mira que soy cuidadoso en extremo!Pues ¡hala!

    Mil perdones.
    ________________

    A tu última frase:
    Creo, sinceramente, que se pararía el mundo.
    Pero mis libros -estanterías repletas de papel viejo- no se cambian por nada del mundo. Ni mis antiguos discos de vinilo. Ni mi vieja olivetti. Y continúo leyendo prensa impresa. Y gusto por la fotografía en blanco y negro.
    Y Ana, como todo lo viejo, haciendo mejor caldo...
    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Por supuesto que yo tampoco renuncio a los libros (de hecho vivo de ellos, ¿recuerdas?).

    Y los discos... atesoro una colección de vinilos espléndida y aunque no puedo escucharlos porque el tocata antiguo se me rompió, no renuncio a comprar algún día otro... con su brazo, su plato y ese inconfundible ruidito de la aguja sobre los surcos.
    La vieja máquina de escribir, las fotos en cartulina...
    Esas son cosas con sabor, que guardamos por cariño, pero el mundo se detuvo en ellas, o mejor dicho... ellas se detuvieron en el mundo.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  14. Ayyy, te comprendo. Ahora no podemos vivir sin el correo electrónico, sin el blog, sin facebook, sin el armatoste que nos permite escribir, consultar y comunicarnos, de punta a punta en un suspiro, pero...
    tiene sus servitudes, no damos al abasto, nos invade a todas horas, nos impusa a contestar ya que nos han visitado.
    No sé qué diría mi Quinto del s.II d.C, seguro que se quedaba patidifuso, y seguro que acto seguido, al tener menos de 20 años, se apuntaba a ciegas para dar a leer sus poemas. A cabo de horas lo dominaba !por Fortuna! seguro, ja, ja.
    Amigos/as hacemos en el éter, y eso vale mucho, como en tu caso, !salves! y a darle a la tecla, natalí

    ResponderEliminar
  15. Hola Natalia.
    De acuerdo completamente. Internet nos ha invadido y nosotros tan contentos.
    No queremos que se se vaya así tengamos que dedicarle un tiempo extra.
    Es la pura verdad, aunque nos cueste reconocerlo.

    Un honor tu visita.

    Recuerdos a "Quinto" y un beso para ti.

    ResponderEliminar

Este blog pretende ser un espacio de amistad y creatividad. Gracias por tus comentarios. Absténganse los que, amparados en el anonimato, pretendan insultar o denigrar gratuitamente.