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viernes, 7 de enero de 2011

A mis hijas. "Mesa limpia, mantel de ausencia".

Ahora que acabo de quitar los adornos navideños, la casa se me antoja menos alegre.

Tardaré poco en acostumbrarme de nuevo a ver la chimenea sin el portal de Belén, y el recibidor sin el árbol de luces parpadeantes que mi pequeña, esperando a su hermana, decoró en ilusionadas vísperas. Pero lo que sí me costará, sin duda alguna, será no tener a mi hija mayor en casa. Se marcha y deja su habitación vacía, fría, silenciosa… y en el aire el sabor cobrizo de la despedida.

Hoy he puesto, sobre la mesa limpia, ese mantel que yo no bordé y que, sin saberlo, tenía guardado en un cajón. Alguien debió esconderlo ahí, y ahora sale a gatas, sin llamarlo, y se instala bajo el lema “ley de vida”.

Los años pasaron en un instante y sé que las plantas con que construí mi hogar habrán de florecer lejos… En el fondo, yo lo sabía cuando las sembré, pero se me hizo demasiado corto el camino.

Mañana yo seguiré aquí, conservando en silencio los pétalos que vertieron a su paso y esperando siempre su retorno. Mientras tanto, extenderé sobre la mesa una vez más mi triste mantel de ausencia.


Adelaida Ortega Ruiz.

22 comentarios:

  1. La ausencias con futuras vueltas no tienen que ser dolorosas, como tu bien dices son "Ley de vida" las triste son las que no tienen retorno, pero ese no es tu caso.

    Emotiva entrada para después de una Navidad, un saludo todo es cuestión de tiempo...

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  2. Cierto que, esperando el retorno, la ausencia es llevadera, pero siempre causa un vacío difícil de llenar... de hecho siempre está ahí esperando la vuelta.

    Mi hija estudia lejos y viene sólo en vacaciones. Se hizo mayor de repente.

    Ahora toca esperar hasta semana santa.

    Gracias, Mamé. Un abrazo.

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  3. Hola Adelaida. Se como te sientes y lo triste que te dejan la casa...
    Cuando mi hijo mayor se marchó fuera a estudiar, entraba todas las noches en su dormitorio y me quedaba allí como una boba mirando la cama... Me costó hacerme a la idea que ya no estaba. Como no los vamos a echar de menos, si son la alegría de la casa.!!

    Y es que el tiempo se nos escapa sin darnos cuenta y los niños se nos hacen mayores.
    Te iras acostumbrando y cada vez que vuelva te la vas a comer a besos...
    Te lo digo porque ya he pasado por ello dos veces.
    Un beso.Laura

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  4. Laura, yo ya llevo 2 años así, viendo a mi hija sólo por vacaciones.

    Este post es el sentimiento que refleja una casa el primer día que la despojas de los alegres adornos navideños y que se te marchan los hijos. Todo parece carente de color... Se va un trozo de vida... se respira tristeza y frialdad.

    Se me hizo mayor de repente. Ya sé que es la vida...

    Un beso, mi querida amiga Laura.

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  5. Ya te acostumbrarás y sufrirás mientras tanto el "síndrome de nido vacío". Es dificil en un principio pero tú hiciste lo mismo en tu tiempo.

    Esos manteles que os aparecen a las mulleres de entre escondidos cajones, es por vuestra culpa.
    Manía de todas de GUARDAR en vez de usar las ropas de calidad de una casa como manteles, sábanas bordadas y similares.

    Lo siento por tí pero cuando haceís eso con los manteles que os resultan demasiado buenos o bonitos, debieran de aparecer comidos por los ratones.

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  6. Adelaida, entiendo perfectamente lo que quieres decir, pero yo te voy a contar lo que se siente desde la otra parte, yo fui(soy) la otra parte, aunque algo de ello ya lo he contado en mi post "Volver".
    La garganta se anuda cuando subes al coche y al otro lado de la ventanilla dejas a tu madre y a tus hermanos que hace horas compartían mesa contigo.
    El coche avanza y van quedando atrás tus vecinos de siempre, tus amigos, que toman un café en la terraza de cualquier bar del paseo, ese paseo que ya no forma parte de ti y fue sustituido por otras calles y otras plazas. Tragas arena y cierras los ojos.
    Las ruedas, ávidas de asfalto, se alejan mientras la imagen que queda en el retrovisor se va diluyendo como la sal en el agua, y aguantas las lágrimas que inevitablemente caen y te agarras las ganas de gritar "me quiero quedar".

    Un beso.

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  7. Vivirás como una niña en edad escolar: Esperando ansiosamente cada período vacacional, sin quitar la mirada del almanaque.
    Que te sea leve la espera. Un abrazo.

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  8. Te comprendo. Si yo te contara de ausencias, de separaciones...

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  9. Don Javier, te acostumbras, por supuesto, pero nunca se deja de echar de menos.
    Mi hija pequeña aún tiene que estar en casa algunos años, antes de salir a estudiar, pero cuando también se me vaya, creo que la casa se me hará muy grande sin las dos.
    Pienso en mis padres, que tras criar a 5 hijos en una casa enorme, se le quedó sola para ellos dos. ¡Eso sí que tiene que ser un síndrome de nido desierto!

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  10. Elena, a mí me pasó igual por un tiempo, pero luego vine a vivir al ladito y de tener a mis padres cerca me alegro cada día, sobre todo ahora que mis están tan mayores.

    Cuando se es madre se comprende de verdad lo que tú eres para la tuya.

    Un beso.

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  11. José Antonio, supongo que a todos nos arrancan un trocito de corazón con cada partida de los seres queridos. Por fortuna, cuando los ves de nuevos y los abrazas, el corazón se regenera automáticamente, jajaja.

    Un abrazo.

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  12. El mantel de mi mesa se llena cada día de papillas y purés de verduras. Un mantel que aún no ha sido arrancado por esas pequeñas manitas que comienzan a agarrarse a las mías para dar los primeros pasos. Pero es un mantel que poco a poco se va bordando con sensaciones, risas, caricias, primeros besos (llenos de babita pero dulcísimos) y mucho amor derramado tanto por mi pequeña princesa como por mi. Me hago cargo de cuánto te duele tu mantel de ausencia...
    Un fortísimo abrazo, amiga mía. Siempre es un placer leerte.

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  13. Los míos se bordaron también de papilla de frutas, sofocones por la detestada verdura y hasta de las temibles vomiteras tan frecuentes en los niños... diecinueve años hilados en ese mantel, cuyas manchas son la historia de ese día a día.
    Ahora le llegó el turno al otro mantel, cuyos bordados son la añoranza y el vacío, pero como ya le dije a algún amigo, con la recompensa del retorno y de ver a los hijos felices.

    Un beso muy grande, Ana.

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  14. Adelaida, piensa que, cada día que pasa, estas más cerca de ese abrazo tan esperado…Un saludo…TONY

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  15. Gracias Tony, lo sé y lo espero.

    Un beso... y espero que me estés escribiendo ya desde tu nuevo ordenador.

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  16. Adelaida: pero hay separaciones que dejan heridas incurables, que dejan huellas imposibles de cauterizar, que dejan cicatrices que siempre supuran. Que son invisibles para los demás.
    Heridas en la profundidad de los sentimientos más primarios, y en el corazón...

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  17. Es verdad, José Antonio.
    Yo, afortunadamente, aún no sufro ninguna así. Le doy gracias a Dios por ello.

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  18. Tú lo has dicho Adelaida son cosas de la vida.
    Los vemos crecer poco a poco, y un día te sorprenden que hacen cosas por su cuenta, que se van haciendo independientes y que nos necesitan cada vez menos.
    Al leerte me has recordado a mi madre, nosotros somos muchos y ahora la casa le parece grande, claro! La puedo entender, pero...

    Cada etapa se vive de una manera, ahora toca esta y hay que vivirla también.

    Un beso, guapa.

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  19. Encarni, lo más curioso es que no nos damos cuenta hasta que nos toca a nosotros vivir esas etapas.

    Otro beso para ti.

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  20. Todas las ausencias son tristes y dolorosas cuando ves el vacío que se queda, pero esas ausencias tienen ilusiones de nuevos encuentros que volveran a llenar el vacio y disfrutar de su compañia
    Un beso.
    Pilar

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  21. Querida amiga la historia se repite en todas las generaciones así es la vida unos vien y otros se van.
    Abrazos de MA para ti y a esperar de nuevo su llegada ,con amor maternal.

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